Filosofía y honor: Las raíces del pensamiento que protege nuestra dignidad
- Carlos Jumbo G
- 4 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 mar

Continuando con la lectura del libro de Felipe Rodríguez Moreno, “Manual de delitos contra el honor y libertad de expresión", hoy quiero compartir con ustedes las fascinantes posiciones filosóficas que fundamentan nuestra comprensión actual del honor y su protección legal.
El honor según los grandes pensadores
Al profundizar en su obra, Rodríguez Moreno nos muestra que el concepto de honor ha sido objeto de reflexión por parte de los más brillantes filósofos a lo largo de la historia. No se trata simplemente de una construcción legal, sino de una idea profundamente arraigada en cómo entendemos nuestra humanidad.
Schopenhauer y la mirada del otro
Una de las perspectivas más interesantes que recoge el libro es la del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, quien definió el honor como "la opinión que tienen los demás acerca de nosotros". Según esta visión, el honor es esencialmente un fenómeno social: nuestra dignidad se construye, en parte, a través de cómo somos percibidos por la comunidad.
Schopenhauer llega a denominar el honor como “el representante de nuestro valor ante los pensamientos ajenos", sugiriendo que nuestra valía social está íntimamente conectada con lo que otros piensan de nosotros.
Volpi y el sentimiento fundado
El libro también recoge las reflexiones de Franco Volpi, quien sostiene que la respetabilidad es “un sentimiento fundado que atañe a lo que cada uno es, o parece ser, en la mente de los demás; y todos, tarde o temprano, nos vemos obligados por las vicisitudes de la vida a tomarlo en cuenta."
Esta perspectiva refuerza la idea de que el honor no es un concepto abstracto, sino una realidad práctica que influye en cómo nos desenvolvemos en sociedad.
Medrano y la conciencia del propio valor
Antonio Medrano nos presenta en el libro una visión más personal del honor, describiéndolo como “la conciencia del propio valer, basada en la estima que cada cual merece ante sí mismo y ante los demás por su solidez ética, por su lealtad a los principios espirituales rectores del actuar humano."
Esta definición agrega una importante dimensión interna: el honor no solo depende de la percepción ajena, sino también de nuestra propia conciencia moral.
La autoconciencia y el honor
Rodríguez Moreno elabora una fascinante conexión entre el honor y la autoconciencia humana. El honor, nos dice, exige en primer lugar un “reconocerse como persona", como ser portador de valores eternos y con un destino trascendente.
Para experimentar honor, una persona debe:
Reconocerse como un ser insustituible.
Atenerse a una norma moral.
Poder apreciar su propio valor.
Hacer de este valor un criterio determinante de su conducta.
Es esta capacidad de auto-reflexión lo que nos permite sentir orgullo o vergüenza por nuestras acciones, emociones fundamentales relacionadas con el honor.
John Locke y el poder de las palabras
Una parte particularmente iluminadora del libro es su referencia a la obra “Del abuso de las palabras" de John Locke. El filósofo inglés explica cómo las palabras tienen un doble uso:
Registrar nuestros propios pensamientos.
Comunicar nuestros pensamientos a los demás.
Locke sostenía que “habría muchas menos disputas en el mundo si las palabras se tomasen por lo que son, solamente signos de nuestras ideas y no las cosas mismas."
Esta reflexión es crucial para entender los delitos contra el honor: cuando utilizamos palabras para describir a otros, no estamos simplemente transmitiendo información neutral, sino construyendo representaciones que pueden afectar profundamente su identidad social.
El honor como puente entre lo individual y lo social
Lo que hace tan valiosa la aproximación filosófica de Rodríguez Moreno es que nos muestra el honor como un concepto que conecta nuestra dimensión individual con la social:
Internamente, implica un “saberse”, un “conocerse”, un “reconocerse”
Externamente, representa cómo nos proyectamos hacia “el otro", hacia la sociedad
En sus propias palabras: “En el honor hay un primer componente interno, que afecta a la propia intimidad de la persona, a lo que uno es; pero junto a esta componente hay otra que es exterior, transpersonal, que va proyectada hacia el ‘otro'."
Reflexión para nuestros días
Estas reflexiones filosóficas no son meros ejercicios teóricos. En una era donde nuestra reputación puede construirse y destruirse con un clic, entender las dimensiones profundas del honor nos ayuda a navegar con mayor responsabilidad el mundo digital.
Cuando publicamos sobre otros en redes sociales, cuando opinamos sobre figuras públicas, cuando participamos en debates online, estamos participando en la construcción social del honor de esas personas. La filosofía nos recuerda la seriedad de esta responsabilidad.
¿Has pensado alguna vez en cómo tus palabras contribuyen a la dignidad o indignidad de otros? ¿Crees que nuestra sociedad digital ha perdido de vista estas dimensiones filosóficas del honor?
Referencias: Libro de Felipe Rodríguez Moreno - Por Carlos Jumbo
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